Claudio Grossman, reconocido abogado de derechos humanos y asesor especial del fiscal de la Corte Penal Internacional (CPI), ha decidido renunciar a su puesto debido al «retraso injustificable» en la investigación sobre las violaciones de derechos humanos cometidas por el régimen de Nicolás Maduro. En su carta dirigida al fiscal Karim Khan, Grossman expresó que sus principios éticos ya no le permitían mantenerse en silencio mientras el régimen venezolano sigue perpetrando abusos, sin que se tomen medidas efectivas.

La CPI y el estancamiento en la investigación de Venezuela
La Corte Penal Internacional ha sido criticada por su falta de avances en la investigación de los crímenes de lesa humanidad perpetrados en Venezuela, especialmente en un contexto donde la represión del régimen de Maduro se intensifica. Según el Estatuto de Roma, la CPI solo actúa cuando los tribunales nacionales no investigan adecuadamente, pero en el caso de Venezuela, la inacción de la Corte se ha vuelto un tema controvertido.
En su renuncia, Grossman subraya que ya no puede justificar la inacción de la CPI mientras Maduro continúa cometiendo abusos. A pesar de las promesas de investigar, la Corte aún no ha presentado cargos contra los responsables, lo que ha llevado a las víctimas y a la comunidad internacional a cuestionar la eficacia de la CPI. Los críticos aseguran que la falta de acción de Khan y la Corte da pie a la impunidad, especialmente en un país donde la justicia se encuentra gravemente comprometida.
La CPI bajo presión y los vínculos de la cuñada de Khan
A la creciente presión internacional sobre la CPI se ha sumado un elemento que ha generado aún más controversia: la relación de la cuñada de Karim Khan, Venkateswari Alagendra, con el gobierno de Venezuela. Alagendra ha defendido al régimen de Maduro en dos audiencias ante la Corte, lo que algunos críticos consideran un posible conflicto de intereses. A pesar de que la oficina de Khan ha defendido su imparcialidad, este vínculo familiar ha aumentado las sospechas sobre la influencia que podría estar ejerciendo sobre la investigación.
Este hecho ha acentuado la percepción de que la CPI está siendo demasiado indulgente con el régimen venezolano, a pesar de que la Corte ha sido rápida en otras investigaciones, como las que involucran a figuras como el presidente ruso Vladimir Putin o el primer ministro israelí Benjamin Netanyahu. La CPI se enfrenta a un dilema, ya que muchos consideran que no se está aplicando el mismo estándar para todos los casos.
La presión internacional por justicia
La renuncia de Grossman refleja un creciente malestar en la comunidad internacional por la falta de avances en el caso de Venezuela. Organizaciones de derechos humanos, gobiernos de América Latina y opositores venezolanos han instado a la CPI a actuar con más contundencia. Juan Papier, de Human Rights Watch, señaló que la impunidad y la falta de independencia judicial en Venezuela hacen que la CPI sea la única vía viable para buscar justicia.
En este contexto, la renuncia de Grossman marca un llamado de atención a la Corte Penal Internacional sobre la necesidad de acelerar su trabajo en Venezuela y garantizar que los responsables de las violaciones a los derechos humanos enfrenten las consecuencias de sus actos.
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