En medio de una crisis económica marcada por una inflación persistente y niveles alarmantes de pobreza, el presidente argentino Javier Milei impulsa un plan ambicioso: transformar al país en un proveedor clave de energía nuclear para centros de datos de inteligencia artificial (IA). Con un objetivo claro: posicionar a Argentina como un actor central en la revolución digital global.
La pieza clave de esta estrategia es el ACR-300, un reactor modular pequeño (SMR, por sus siglas en inglés) desarrollado por la empresa estatal Invap y patentado en Estados Unidos. Este tipo de reactores, más compactos, seguros y eficientes que las plantas nucleares tradicionales, son considerados ideales para abastecer la creciente demanda energética de la IA, que se proyecta como una de las mayores consumidoras de electricidad en los próximos años.
Según Demian Reidel, físico, economista y actual director de Nucleoeléctrica Argentina, los SMR son la única alternativa viable para satisfacer esta nueva demanda energética. “La inteligencia artificial va a disparar una demanda exponencial de energía. No hay forma de cubrirla con lo que tenemos”, advirtió en una entrevista con Rest of the World.
Argentina busca subirse a la ola tecnológica global
Empresas como Google, Microsoft y Amazon ya están apostando por la energía nuclear en sus planes de expansión tecnológica. En ese contexto, Milei no quiere que Argentina se quede atrás. Su gobierno busca atraer inversiones extranjeras y convertirse no solo en cliente, sino también en proveedor de soluciones energéticas para centros de datos.
Aunque el país cuenta actualmente con cerca de 30 centros de datos, el potencial de crecimiento es enorme. Se estima que el mercado argentino de IA y procesamiento de datos mueve hoy unos USD 233 millones, pero podría superar los USD 400 millones hacia 2034. El gran desafío, sin embargo, no es la demanda, sino la capacidad para abastecerla.
Hasta ahora, los intentos de atraer capitales del sector tecnológico no han dado resultados concretos. El viaje de Milei a Silicon Valley en mayo de 2024 derivó más en sesiones de fotos que en acuerdos sustanciales. Reuniones con Elon Musk, Sam Altman y Mark Zuckerberg sirvieron para mostrar una imagen de apertura, pero las inversiones aún no se materializan.
El sueño atómico choca con la realidad
Mientras el gobierno promueve esta visión futurista, las contradicciones no se hacen esperar. La Comisión Nacional de Energía Atómica (CNEA), organismo que dio origen al primer reactor modular argentino (el proyecto Carem), enfrenta recortes presupuestarios, paralización de obras y despidos masivos. A pesar de tener un 85% de avance, la construcción del Carem fue detenida apenas Milei asumió, dejando sin empleo a más de 470 trabajadores.
Se apuesta por una revolución nuclear mientras se desfinancia al organismo científico que la hizo posible. En el sector científico, reina la incertidumbre y la desconfianza sobre la viabilidad real del plan. No obstante, Reidel insiste en que las negociaciones para atraer inversiones en centros de datos están “muy avanzadas”, aunque no ha dado detalles ni cifras concretas.
Una ciudad nuclear en la Patagonia: la visión más audaz
El plan no termina con un reactor. En una segunda etapa, el gobierno buscaría exportar uranio argentino. Pero la tercera fase es aún más ambiciosa: la creación de una ciudad nuclear en la Patagonia. Este polo tecnológico funcionaría completamente con energía atómica, sin combustibles fósiles, y albergaría servidores y redes de fibra óptica para operar centros de datos globales.
Por ahora, todo parece un proyecto a largo plazo que choca con las urgencias inmediatas del país. Sin una política de Estado sostenida en el tiempo, el riesgo de que esta apuesta quede en el papel es alto.
¿Podrá Milei convertir a Argentina en un actor clave de la IA mundial a través de la energía nuclear? La respuesta dependerá menos de las ideas —que no faltan— y más de la capacidad de ejecutar y sostener un proyecto tan ambicioso en un país históricamente marcado por la inestabilidad.
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